De los Protoeslavos a la Rus de Kiev: La Formación de los Pueblos Eslavos

Son muchos los temas relativos a la etnogénesis de los pueblos eslavos que, aún hoy día, siguen generando controversia entre los historiadores, los lingüistas, los arqueólogos y los etnógrafos. Los antepasados de estos pueblos, los protoeslavos, hablaban una lengua que la ciencia moderna ha llamado, de manera convencional y poco imaginativa, «protoeslavo».

En la actualidad, una serie de teorías e investigaciones localizan el hogar ancestral de los eslavos en las zonas concretas del Danubio medio, las tierras situadas entre los ríos Oder y Vístula, los territorios entre el Vístula, el Dniéper y el Oder y la región de los pantanos de Prípiat.

Las grandes migraciones y el Estado búlgaro

Durante el período de las grandes migraciones (ss. III-VII d.C.), estas tribus eslavas entraron en contacto de forma activa con otros pueblos nómadas. El Imperio de los hunos, liderado por Atila, ocupaba todas las tierras entre el Volga y el Danubio, llegando hasta las fronteras de Francia. La muerte de Atila, en el año 453, desencadenó la desintegración de aquel y, los hunos, al no tener alternativa, se dirigieron hacia el Este.

Aproximadamente a mediados del siglo VI, surgió el kaganato ávaro, que estableció su supremacía sobre múltiples tribus nómadas que se asentaban en las estepas del sur. Esta unión incluía a tribus de habla túrquica como los ávaros, a tribus de lenguas ugrofinesas y a tribus mongolas. El kaganato ávaro sometió a los búlgaros y a los turcos de las regiones de Azov y del Caspio y avanzó hasta el Danubio. A principios del siglo VII, también sometió a las tribus dulebes en la región de los Cárpatos, intentándolo después con Bizancio. Tras ser derrotado por este en el año 626, se desintegró.

Fue aproximadamente a mediados del siglo VII cuando se formó el Estado búlgaro en las estepas del sur. Una serie de controversias dentro de la élite búlgara provocaron que una parte de este pueblo, liderada por Asparukh, emigrara al Danubio, fundando allí, en el año 681, el Estado búlgaro. Otra parte de los búlgaros, de lengua túrquica, liderada por Batbayán, creó el Estado de Bulgaria del Volga en el Volga Medio y el Kama inferior.

A mediados del siglo VII, los jázaros, de lengua túrquica, fundaron un kanato independiente que abarcaba los territorios del Daguestán actual, formando el kanato de Jazaria en el Cáucaso norte, la región del Volga Inferior, la zona norte del mar Negro y parte de Crimea. Este kanato independiente existió hasta mediados del siglo X.

Los eslavos orientales

Durante el siglo VII el mundo eslavo se dividió en tres grupos: los eslavos del sur, los del oeste y los del este. Los eslavos orientales ocuparon territorios de Europa del Este, comprendiendo la zona que se extiende desde los lagos Ládoga y Onega, en el norte, hasta la cuenca media del río Dniéper y las desembocaduras de los ríos Prut, Dniéster y Bug Meridional, en el sur; desde las estribaciones de los montes Cárpatos, en el oeste, hasta la confluencia del Volga y del Oká y el Don superior, en el este.

La colección de crónicas del Estado de la antigua Rus, Primera crónica eslava o Crónica de Néstor, nos brinda una imagen fidedigna del asentamiento de los eslavos orientales. Considerada hoy una obra cumbre de la literatura, se cree que fue escrita por un monje llamado Néstor, en el Monasterio de las Cuevas de Kiev, a principios del siglo XII.

En las crónicas del monje se examina la cuestión del origen del Estado ruso antiguo, así como su génesis. Néstor introduce la historia de los eslavos orientales en el marco de la historia general y explica que, a partir del siglo VII y a raíz de la agresión de las tribus nómadas, los eslavos orientales intensificaron sus migraciones hacia nuevos territorios. Esto permitió, junto con el desarrollo de la economía, el fortalecimiento de los lazos entre las tribus, hecho que jugó un papel destacado en la creación de alianzas entre las mismas. La formación de uniones tribales entre los eslavos orientales es el acontecimiento que abrió la puerta a la etapa de la descomposición del sistema tribal.

Los nombres que tomaron la mayoría de las uniones tribales no están asociados con su origen, sino con el área en la que se asentaron. Por ejemplo, en el curso medio del río Dniéper, en los campos (polia en ruso), vivían los polianos; en la cuenca del río Prípiat había un bosque y una zona pantanosa donde vivían los drevlianos (de drevo, ‘árbol’ o derevo, ‘madera’) y los dregóviches (de dirigov, ‘pantano’).

En los tramos superiores del Dniéper se asentaron los radímiches. En los del río Dviná y del Dniéper se instalaron los kríviches, y en el curso medio del Dviná y en la confluencia del río Palatá vivían los polochanos. Los eslovenos o eslavos de Ilmen vivían alrededor del lago del mismo nombre y los viáticos en la cuenca del río Oká.

Los datos expuestos en la Primera crónica eslava acerca del reasentamiento de los eslavos orientales han podido ser confirmados por numerosos hallazgos arqueológicos, entre los que se incluyen objetos ornamentales femeninos, de los cuales destacan los anillos temporales típicos de cada unión tribal.

Las tribus fino-bálticas se asentaban en un territorio colindante al de las uniones tribales eslavas, situación que las hacía vivir bajo continua amenaza. Bajo esta intimidación eslava, mencionada en la Primera crónica eslava, además de los baltos y de los finlandeses, se encontraba también el pueblo ruso.

Los datos contradictorios provenientes tanto de fuentes escritas como de las arqueológicas permiten sacar conclusiones que, en nuestros días, aún provocan discusiones entre arqueólogos e historiadores.

El etnónimo «rus»

Algunos investigadores sostienen la creencia de que el nombre «rus» proviene de la unión tribal eslava asentada en el río Ros, un afluente del río Dniéper, y que este etnónimo, que posteriormente pasó a las estepas, más tarde se generalizó a todos los eslavos.

Otros eruditos creen que el etnónimo «rus», que según ellos es de origen nórdico y proviene de la palabra finlandesa ruotsi (‘remeros’), primero denominó a los varegos y normandos provenientes de Dinamarca y de Noruega, y más tarde comenzó a ser utilizado para referirse al escuadrón del príncipe varego Oleg.

El nombre de este escuadrón se convirtió en el nombre de todo el Estado, la Rus de Kiev, formado en tierras de los eslavos orientales. Varios historiadores creen que el etnónimo rus proviene de los eslavos de la costa sur del Báltico y de la isla de Rügen (Rugia).

Basándose en el estudio de fuentes escritas y, fundamentalmente, en datos arqueológicos, V.V. Sedov habla sobre la existencia del kanato de Rus, que ocupó las tierras entre el Don y el Dniéper. Sus orígenes se remontarían a la unión de pueblos agrícolas formada por escitas y sármatas. Rus, según esta teoría, sería originalmente un famoso etnónimo no eslavo.

El sistema de creencias de los eslavos orientales

Como resultado de la completa dependencia humana de las fuerzas elementales de la naturaleza, estos pueblos profesaron el paganismo entre los siglos IV y IX y, siguiendo este tipo de creencias, los eslavos orientales adoraban a un amplio abanico de dioses.

La aparición del paganismo se remonta a la Antigüedad, manteniendo una constante evolución que dio como resultado una multiplicidad de deidades en la mitología de los eslavos orientales. El dios Yarilo era la encarnación de la primavera y Kupala era la diosa que representaba al sol en el solsticio de verano. Veles era el dios que protegía a los pastores, el dios de la tierra, de los bosques, del agua, del ganado y de la fertilidad.

El mundo de la mitología eslava estaba constituido por divinidades bondadosas y espíritus malignos en una lucha constante y permanente. Entre los espíritus malvados se encontraban los demonios, los vampiros y los hombres lobo.

Para protegerse de estos últimos, se invocaban varios conjuros, utilizando amuletos y talismanes con tal fin. Los espíritus bienhechores se enfrentaban a los malignos, al defender tanto la vida como la paz del ser humano y sus actividades.

Los eslavos paganos creían firmemente en el más allá y poseían su concepto de paraíso. Intentaban también concebir la manera de influir en sus deidades. A los dioses se les preguntaba, se les dedicaban oraciones, se los festejaba, se les hacían solicitudes y siempre se los invitaba a participar en las fiestas.

En el paganismo se respetaban una serie de días festivos que más tarde fueron asimilados por el cristianismo. Como claros ejemplos se pueden citar las celebraciones de Año Nuevo y de Todos los Santos. La fiesta del equinoccio primaveral, que más tarde se llamó carnaval, se celebraba en la víspera del arado de la tierra.

Como manera de proteger el grano, los eslavos se dirigían a los antepasados, a los «abuelos» que yacían en la tierra, creían que el ancestro sepultado brindaría su protección al crecimiento de las semillas.

La fiesta de la diosa Kupala se celebraba donde la deidad tenía un mayor arraigo, a finales de la primavera y comienzos del verano, en el solsticio. Durante los festejos en honor a esta diosa, se llevaban a cabo ceremonias en las que se adoraba tanto al agua como al fuego.

Con anterioridad a la celebración de la fiesta de la recolección y con el fin de apaciguar a los dioses de la fertilidad, se realizaban sacrificios para evitar las tormentas eléctricas y así garantizar el buen tiempo antes y durante la cosecha.

Agricultura

Que las fiestas que se celebraban en el paganismo eslavo fueran de carácter agrícola indica que la vida se basaba fundamentalmente en la agricultura. Los cultivos consistían principalmente en cereales como el centeno, el trigo, la cebada y el mijo y en verduras tales como el nabo, la remolacha, el rábano y el repollo. También se dedicaban a la cría de ganado, a la caza, a la pesca y a la apicultura, la cual ejercían mediante la captura de enjambres silvestres.

Desde el punto de vista agrícola, el sistema utilizado por los eslavos en la estepa sur y en la franja del bosque estepario, donde había una gran superficie de tierra fértil, era el arado, que se expandía a nuevas tierras cuando, a la espera de que se regenerase el suelo, este se dejaba en barbecho.

Se utilizaban, para tal propósito, arados de madera y diversas herramientas agrícolas. En las zonas forestales se llevaba a cabo el sistema de roza y quema, también llamado «barbecho de fuego», consistente en cortar los árboles y plantas leñosas de un área para, una vez pasadas las lluvias, quemarlas y formar así un rico manto de ceniza con el que fertilizar el suelo.

Debido al rudimentario nivel del equipamiento agrícola, se requería mucha mano de obra para obtener la producción necesaria.

En las comunidades ancestrales formadas por eslavos orientales, la tierra se cultivaba con la participación de todos los miembros de la familia. Se utilizaban herramientas comunales y el producto resultante del trabajo realizado se consumía también de manera conjunta.

Durante los siglos VII y VIII, el sistema de agricultura basado en el arado desplazó al sistema de tala y quema.

Tanto en el sur como en el norte se mejoraron las técnicas de procesamiento del hierro y, como consecuencia, hubo una clara mejora tecnológica en las herramientas agrícolas. La agricultura se convirtió en la rama dominante de la economía.

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